La muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, una enfermedad grave, ataques terroristas, maltrato, catástrofes naturales ¿qué es lo que hace que algunas personas se adapten y superen estos eventos con éxito y otras por el contrario de vean invadidas por sus emociones, se estanquen e incluso lleguen a acabar con su propia vida?

Lo que tienen en común las personas que han superado este tipo de ventos es que son personas resilientes.

Desde la física la resiliencia se entiende como la capacidad de los diferentes materiales para recuperar su forma original a pesar de los golpes que hayan podido recibir. La palabra proviene del latín “saliere”, que significa saltar hacia atrás, ser repelido o surgir, y viene precedida de el prefijo “re” que indica repetición o reanudación.

En psicología la resiliencia se ha definido como la capacidad para adaptarse bien a la adversidad, los eventos traumáticos y la tragedia. Significa «recuperarse» de las experiencias difíciles. La recuperación es por tanto un proceso y no tanto una variable de personalidad. Mucho se ha escrito sobre la resiliencia, pero quizás esto último sea lo más importante: una persona no nace resiliente, sino que se hace. Cabe aclarar que ser resistente o “superar” los eventos traumáticos no significa que una persona no experimente dificultad o angustia. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades y también en las que tratan de sobreponerse a ellos. El camino hacia la resiliencia no es un camino de no sufrimiento, si no de aprendizaje, lucha, superación y crecimiento personal.

Afortunadamente, la investigación ha demostrado que la resiliencia es ordinaria, no extraordinaria. Las personas comúnmente demuestran resistencia. Un ejemplo es la respuesta de muchas personas ante las catástrofes naturales que arrasan con todas sus pertenencias y los esfuerzos de estas mismas para reconstruir sus vidas. Lo queramos o no, muchas veces es ante la adversidad cuando las personas sacan todo su potencial.

Como explicábamos antes, la resiliencia no es un rasgo que las personas tienen o no tienen, sino que Implica comportamientos, pensamientos y acciones que se pueden aprender y desarrollar en cualquier persona. A continuación, desarrollaremos una serie de estrategias que pueden ser útiles para construir resiliencia, pero antes de empezar es importante comprender que desarrollar resiliencia es un viaje personal. No todas las personas reaccionan igual ante eventos traumáticos y estresantes de la vida, y por tanto, diferentes formas de desarrollar resiliencia sirven para diferentes personas.

Para concluir, es importante que cada uno busque su propio camino y asuma la resiliencia como un proceso constructivo del cual uno debe responsabilizarse. Es decir, por muy duras que sean las circunstancias que nos han tocado vivir, en ningún caso nos beneficiaremos de autocompadecernos eternamente. Padecer sufrimiento puede hacernos fuertes o debilitarnos, y es una decisión personal que ocurra lo primero o lo segundo.

 Escrito por Irene Alonso Martínez

Psicóloga General Sanitaria y Coordinadora de Formación de la Clínica Ciprea

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