Este 6 de febrero se celebra el Día Mundial para la Erradicación de la Mutilación Genital Femenina, y queremos recordar a esas niñas y mujeres, un total de entre 100 y 140 millones en todo el mundo, que viven con las consecuencias haber sido víctimas de ablación.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la mutilación genital femenina (MGF) como todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos. En cifras de la OMS, entre estas mutilaciones, el 80 por ciento es la escisión del clítoris y los labios menores, mientras que en un 15 por ciento de los casos se trata de la infibulación, siendo esta la más severa, y que consiste en la extirpación del clítoris, los labios menores y parte de los mayores, seguida del cierre vaginal mediante sutura.

El procedimiento usualmente se realiza en niñas de 4 a 14 años, lo cual justifica aún más que, efectivamente, cause un daño irreparable. (UNICEF 2014). La mutilación genital femenina está reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las niñas y las mujeres (García Moreno, et al., 2012). Pese a ello, cada año, aproximadamente 3,3 millones de niñas corren el riesgo de ser víctimas de mutilación genital femenina, y por ende de sufrir sus consecuencias.

¿Cuáles son esas consecuencias de esta condenable práctica? ¿Qué tienen que afrontar aquellas que no han tenido la suerte de poder escapar de la tradición?

La doctora Elise Johansen, del departamento de Salud Reproductiva de la OMS, comentó que “una niña que haya sufrido mutilación genital tendrá de por vida graves problemas físicos y además un alto riesgo de padecer importantes complicaciones psicológicas, similares a las que soportan las menores víctimas de abusos sexuales”.

Entre las complicaciones físicas encontramos el hecho de que la regla puede durar semanas ya que el orificio de salida es sumamente pequeño, provocando la retención de la sangre que causa mal olor, infecciones vaginales, uterinas y del aparato reproductor que en ocasiones pueden provocar infertilidad o en un último caso, si las infecciones no son bien tratadas, la muerte por septicemia. Es probable el contagio de virus como la hepatitis y el VIH.

También son frecuentes las infecciones urinarias recurrentes debido al lento y doloroso vaciado de la vejiga. Con frecuencia suele ser asociado un cuadro de deshidratación, pues muchas mujeres evitar beber líquidos.

Las complicaciones obstétricas se generan en el momento del parto y depende del grado de mutilación que debido a la pérdida de elasticidad y a la cicatrización de la piel dificultan el alumbramiento.

Respecto a las complicaciones en la esfera sexual, la MGF no necesariamente deben de asociarse a la ausencia de orgasmo porque el daño anatómico puede compensarse a través de otras áreas sensoriales o emociones y fantasía, Sin embargo, sí que es cierto que las mujeres que han sido sometidas a la MGF tienen más probabilidades que las mujeres sin MGF de tener relaciones sexuales dolorosas, menor satisfacción sexual y menor deseo sexual. Además, es muy probable que sientan vergüenza ante la intimidad.

Mientras que las consecuencias médicas y sexuales son más evidentes y han sido ampliamente investigadas, existen pocas investigaciones para calificar y cuantificar el impacto en la salud psicológica. La ablación representa una violación de la integridad física de la persona y en este sentido, puede clasificarse como una posible causa de trastornos de estrés postraumático (TEPT) según el DSM V.

Los principales estudios apuntan a una marca psicológica duradera. La experiencia se relaciona con desórdenes psicosomáticos y psicológicos, ansiedad, depresión y pérdida de memoria, alteraciones del sueño, en los hábitos alimenticios, ataques de pánico, pesadillas y dificultad para relacionarse.

Diferentes investigaciones muestran, además, que el significado cultural de la práctica no actúa como un factor protector ante las complicaciones psicológicas.

Em el estudio de Behrendt y Moritz (2005), todas las participantes menos una recordaron el día de su circuncisión como «extremadamente atroz y traumatizante». Más del 90% de las mujeres describieron sentimientos de «miedo intenso, impotencia, horror y dolor severo» y más del 80% «todavía sufrían experiencias intrusivas de su circuncisión». Para el 78% de los sujetos, la MGF se realizó inesperadamente y sin ninguna explicación preliminar. Los diagnósticos psiquiátricos mostraron que casi el 80% de las mujeres que se habían sometido a la MGF cumplían los criterios para los trastornos afectivos o de ansiedad, con una alta tasa (30.4%) de trastorno de estrés postraumático (TEPT), Los autores de esta investigación afirman que la alta tasa de TEPT de más del 30% en el grupo de MGF se compara con la tasa de TEPT de abuso infantil temprano (que oscila entre el 30% y el 50%). Pero ¿qué es exactamente lo que constituye la ablación un hecho especialmente susceptible de generar TEPT?

Tradicionalmente, un miembro femenino de la comunidad realiza el procedimiento de MGF y en muchas ocasiones se trata de un familiar (madre, abuela, tía…). Las víctimas experimentan una sensación de traición si quien lo realiza es, efectivamente alguien emocionalmente cercano a ellas, e incluso aunque no sean las familiares quienes lo ejecuten la sensación de traición persevera porque lo presencian, lo permiten o las sujetan mientras se lo hacen.

No hay nada más traumático que pérdida de confianza en los cuidadores Los seres humanos crecemos en el vientre de nuestra madre y nos vincularnos a ella para poder protegernos del entorno y seguir desarrollándonos emocional y físicamente. Gracias a ello tenemos una gran capacidad de adaptación y supervivencia, pero nuestra gran fuerza es también nuestra gran vulnerabilidad, pues a diferencia de otros animales, dependemos complemente de nuestros cuidadores para sobre vivir.

Las catástrofes naturales o accidentes pueden ser graves, pero los traumas de tipo interpersonal son los más dañinos y producen trastornos más profundos en la identidad y creencias del individuo.

Nuestro sistema nervioso no está preparado para procesar que aquellos de los que dependemos, incluso aquellos que nos cuidan, sean también lo que nos hacen daño. Este hecho nos produce un cortocircuito con graves consecuencias psicológicas que los expertos coinciden en llamar “trauma complejo”

En estos países el ámbito del hogar es un espacio fuera de control del propio gobierno. Se considera que lo que suceda en ellos era un asunto privado que deben de resolver las familias Los datos existentes muestran que los hogares suponen un peligro y riesgo para las mujeres antes que un entorno de seguridad y protección.

Para acabar, es importante mencionar las consecuencias culturales y sociales sobre la realización esta práctica, las cuales abarcan varios ámbitos

Comunitario: como indica Tabitha Portereu, directora del proyecto de prevención de la ablación de World Vision Kenia “hay muchas cosas en la comunidad que están asociadas a la ablación, como que una mujer que no ha sido mutilada no puede heredar los bienes si su marido fallece, no puede entrar en la ceremonia de circuncisión de niños o no se puede casar». No someterse a ella a menudo da como resultado acoso, exclusión de eventos comunales importantes y de las redes de apoyo, así como discriminación por sus pares.

La educación:  Según UNICEF, la ablación se asocia con el abandono escolar de las niñas por varias razones: en primer lugar, los dolores y el trauma posterior ponen en riesgo la continuidad en la escuela. Además, en muchas culturas la mutilación genital femenina precisa de rituales preparatorios largos y elaborados, incompatibles con seguir asistiendo a la escuela. Y, por último, la mutilación genital es, en muchas culturas, un ritual de paso a la vida adulta, considerando que la niña está lista para casarse y que, por tanto, debe abandonar la escuela.

Relaciones de pareja: El estrechamiento de la abertura vaginal puede hacer que las relaciones sexuales sean dolorosas para ambas partes. La falta de placer sexual para ambas partes puede llevar a los esposos a tener relaciones extramatrimoniales. Además, el dolor emocional o físico durante las relaciones sexuales reduce el disfrute tanto de la mujer como de su pareja, lo que afecta la intimidad en la relación y la satisfacción en la pareja:

Maternidad: En última instancia la imposibilidad de tener relaciones sexuales y consecuentemente de la concepción puede traer graves consecuencias sociales. En la mayoría de los países en los que se practica la ablación se concibe que la función de la mujer es traer los hijos al mundo, y el hecho de que una mujer no pueda cumplir su función puede atribuirse a una maldición, lo que genera que la mujer sea rechazada por su esposo e incluso por su familia causando su marginación y aislamiento.

Irene Alonso Martínez

Psicóloga General Sanitaria

Coordinadora Prácticas Ciprea Integral

García Moreno, C., Guedes, A. Y Knerr, W. (2012). Comprender y abordar la violencia contra las mujeres: Mutilación genital femenina. OMS: 1-12.

UNICEF. (2014) Hoja de datos: Mutilación/excisión genital femenina. UNICEF. (1): 1-6

Behrendt A, Moritz S. Posttraumatic Stress Disorder and Memory Problems after Female Genital Mutilation. Am J Psychiatry 2005; 162: 1000-1002. 

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